Nunca hay que dormir
En medio de ese silencio adictivo un pensamiento rebelde se infiltra por la medula de lo que ya habías olvidado. Tu sonrisa no dice que lo lamenta y todo parece nuevo en tus ojos cambiantes.
Sientes el susurro des-constructor en tus sueños, sientes la ironía sin sentido y el vacío persistente de lo ganado. Tienes ganas de perderlo todo entre orgías de explosivos y neuronas odiosas. Pero cada vez que logras ver la inmensidad del mundo todo eso se olvida nuevamente.
Cuando te sientes cómodo en el insignificante rincón que te corresponde del gran juego, sabes que tienes que tomar tu lugar en la gran des-construcción. Si acaso no es eso la vida, destruir todo para encontrarlo todo. Construir un todo para poder odiarlo y hacerlo cenizas.
Sólo hay que darse cuenta que siempre jugamos entre la nada y la inmensidad. Por último recuerda que nunca hay que dormir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario