lunes, 4 de agosto de 2008

Vampiros en Santiago

Vampiros en Santiago

De él sólo sé que se sentaba todas las noches en el mismo rincón pensando, siempre pensando. Con una copa de vino interminable frente a sus ojos.

Nunca le puse mucha atención, algunos decían que era un clandestino otros que no era nadie. Un día la policía llegó a buscarlo pero él no estaba. Tampoco estaba en la Iglesia pidiendo refugio. Sólo desapareció.

Pero mirando su puesto me fijé en que un collar de ajo colgaba ahora sobre su asiento. Desde ese entonces, a pesar de lo turbulento de aquellos tiempos, creo en los vampiros.

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