Vampiros en Santiago
De él sólo sé que se sentaba todas las noches en el mismo rincón pensando, siempre pensando. Con una copa de vino interminable frente a sus ojos.
Nunca le puse mucha atención, algunos decían que era un clandestino otros que no era nadie. Un día la policía llegó a buscarlo pero él no estaba. Tampoco estaba en
Pero mirando su puesto me fijé en que un collar de ajo colgaba ahora sobre su asiento. Desde ese entonces, a pesar de lo turbulento de aquellos tiempos, creo en los vampiros.
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