lunes, 29 de septiembre de 2008

Moriarty


Moriarty

Un abrigo quedó abandonado en Bellavista mientras unas huellas quedaron marcadas en Barrio Brasil. Siempre que lo buscan no lo alcanzan, siempre que una sombra hace falta sus ojos brillan en la penumbra.

 Los suspiros no lo divisan, él todavía cree en la palabra que no puede pronunciar. Él viene de vuelta de un largo viaje, de caminos en neblina, de vías sin cruces. Moriarty ya no necesita volver al infierno, las apariciones tampoco necesitan de un cielo.

 En este mundo donde las princesas guardan cuchillos entre sus senos y en donde la pena de la carne humedece los tragos, su silueta se deposita sobre ese mesón familiar. Moriarty ya no necesita invitaciones.

  Él se aleja de Valparaíso y después de muchos caminos la conclusión mas obvia se asomó en su cabeza, Moriarty pensó “Yo soy yo”.

 Son las 6 a.m. es tiempo de fingir una vez más.

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