sábado, 10 de enero de 2009

Hedor

Hedor

Los veranos en aquel campo siempre hieden a muerte, bajo la brisa ardiente del Raco sólo pienso en eso… en ese olor penetrante. Este sol cómplice de asesinos y reptiles no me deja ver la inmensidad de este baldío.

Entre el hedor se siente esa soledad que no es soledad, no se ven ojos grises hace mucho, las cabelleras rojas tampoco se asoman, se escucha un silencio que no es silencio. Recuerdos falsos se posicionan sobre mis ojos, fiestas ausentes y noches no lujuriosas.

Algo en el aire me provoca vida que no es y pensamientos podridos se apoderan de mi libido.

Con cada bostezo del Raco el olor me contamina, una extraña melancolía apesta a mi alrededor. Me muevo a través del tiempo sin punto de referencia más que el sol sobre mis hombros. Mi alma con resaca ya no puede avanzar.

Mientras descanso mi cabeza sólo piensa en que el verano siempre huele a muerte en este campo.