Restauración
Ese aire, esa calma que irradia la noche consuela el vacío de aquel edificio. El silbido del viento hace compañía del correr de las hojas en esa casa sin alma. Esas paredes son las mismas de hace 10 años pero algo ya no brilla en ellas, sólo pintura añeja y sin sentido se descascara de ellas. Las piezas ya no cuentan historias y en los colchones ni siquiera las manchas segregan vida.
El viento vuelve a acariciar las paredes, ese edificio, esa casa ha perdido el alma. Nada queda en ella salvo algunas botellas de un ron barato y unos condones de un último chispazo de vida. Algunas cartas y panfletos recuerdan aquella revolución que nunca fue pero sucedió.
Entre la lluvia se ven dos siluetas acercándose, la casa necesita un alma para revivir. El sacrificio esta subestimado.
Una de las figuras se inclina en el centro de la casa mientras la otra se acerca con algo en su mano… la sangre refresca aquel piso insaciable de volver a ser. La casa necesita alma, como siempre y desde siempre la sangre es la clave. Cuando la mañana llega los muros derruidos siguen ahí, la pintura se sigue cayendo, las manchas siguen sin apestar pero una pequeña flor crece fría en el centro de aquella casa.
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