miércoles, 9 de enero de 2008

Otro día de Enrique

Otro día de Enrique

Esa noche Enrique soñaba que te pensaba, soñaba que no tenía que salvar más princesas. Bajo los ruidos distorsionados de una guitarra a la lejanía, observaba su propio exilio. El reloj sonó como todas las mañanas y Enrique despertó como pudo, incluso el punk sufre de dolor de articulaciones de vez en cuando se dijo. Su sed empezaba a florecer, pero no había nadie que lo acompañara para un trago, prefiere cualquier compañía menos la de él mismo. La sed tendrá que esperar.

Se dedico a pensar, generalmente en la gente que había desaparecido o él los había dejado no recordaba bien. Pensó que a lo mejor toda la gente importante en su vida se había ido sin decir adiós y se perdió en el anonimato, no hay forma más noble de dejar huella se repitió por tercera vez ese día.

Mira su departamento y lo encuentra sucio, un viejo vestigio de tiempos olvidados. Volvió a pensar que nunca se conforma con nada, nada nunca es suficiente. No hay trago ni situación que lo llenen. Entonces vio la hora y decidió salir, la sed ya era grande. Mañana se preocupará del resto de los problemas por ahora sólo es importante ver si logra calmar su sed.