Otro día de Enrique
Esa noche Enrique soñaba que te pensaba, soñaba que no tenía que salvar más princesas. Bajo los ruidos distorsionados de una guitarra a la lejanía, observaba su propio exilio. El reloj sonó como todas las mañanas y Enrique despertó como pudo, incluso el punk sufre de dolor de articulaciones de vez en cuando se dijo. Su sed empezaba a florecer, pero no había nadie que lo acompañara para un trago, prefiere cualquier compañía menos la de él mismo. La sed tendrá que esperar.
Se dedico a pensar, generalmente en la gente que había desaparecido o él los había dejado no recordaba bien. Pensó que a lo mejor toda la gente importante en su vida se había ido sin decir adiós y se perdió en el anonimato, no hay forma más noble de dejar huella se repitió por tercera vez ese día.
Mira su departamento y lo encuentra sucio, un viejo vestigio de tiempos olvidados. Volvió a pensar que nunca se conforma con nada, nada nunca es suficiente. No hay trago ni situación que lo llenen. Entonces vio la hora y decidió salir, la sed ya era grande. Mañana se preocupará del resto de los problemas por ahora sólo es importante ver si logra calmar su sed.