jueves, 9 de agosto de 2007

Moscas

¿Moscas?, Algo se pudre.

Ahí van de nuevo, pero no una sino dos, las veo surcar el cielo mientras tropiezan entre ellas. Otra más aparece por la ventana, salen de la cocina, del comedor y del baño. Con sus gruesos cuerpos bronceados en verde azulado. Algo luce sospechoso en esta casa, las moscas invaden el cielo. Aparecen cuatro más desde las piezas, sospecho que algún secreto se descompone entre estos muros.

Recuerdo un viejo mito el cual decía que los constructores al finalizar una obra enterraban vivo un gato para darle alma a la casa. Pues esta alma se esta pudriendo, las moscas lo saben; yo solo lo sospecho. Ya cuento dieciséis cuerpos revoloteando en el piso a mí haber. Pero no las puedo eliminar, la generación espontánea es más rápida que mi matanza. Es hora de vestirse de riguroso luto, de un luto blanco ya que un alma se está pudriendo en algún lugar de esta casa.

Más moscas aparecen de mi cama, entorpecidas y veloces. Ninguna habitación se salva, un bulto de carroña por algún lado se esta reciclando. Solo queda esperar, resignarse y esperar que las moscas hagan su trabajo. Esperar que alguien haga su trabajo, a excepción claro del alma que se esta pudriendo.