miércoles, 21 de abril de 2010

Profecías

Siempre supo que sería una promesa, algo grande se veía en su futuro. Un héroe apunto de explotar, sería un destacado líder de su gente. En tiempos difíciles nos guiaría a través de océanos de almas, a través de la nada infecciosa. La promesa versaba que sólo alguien como él nos salvaría, solo que no lo sabíamos aún.

Las grandes cosas para las que él estaba destinado esperaban en esa esquina solitaria del tiempo, grandes pruebas servirían para enfilar su carácter. Un salvador cada mil años contaba el destino. El peso recaía en esa espalda ignorante de su brillante futuro.
Un día de verano pasó lo impensable, la eterna promesa fue acribillada en una esquina desconocida de un mal barrio, el alcohol pudo más con él, la vida se encargo del destino. Ese día la esperanza sangro, ese día el destino pudo más que las profecías.

El alcohol y la cotidianidad se encargaron de la esperanza, todas las mañanas después de aquel día se le ve en una esquina con la vista perdida, contando monedas de plata, llegando a 32 y volviendo a empezar.


Desde ese día que Dios viste de negro.

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